miércoles, 21 de septiembre de 2022
miércoles, 6 de mayo de 2020
martes, 10 de marzo de 2020
martes, 27 de febrero de 2018
LA LIBERTAD TOTAL (el viaje definitivo)
«Según Don Juan, la culminación de la búsqueda de un chamán es algo que el considera el 'hecho energético' más esencial,
no sólo para los videntes, sino para cada ser humano sobre la Tierra.
Lo llama el 'viaje definitivo'. [...] El 'viaje definitivo' es la
posibilidad de que la conciencia individual, acrecentada hasta el límite
por la adherencia del individuo a la 'cognición de los chamanes',
puediera mantenerse más allá del punto en que el organismo es capaz de
funcionar como una unidad cohesiva, es decir, más allá de la muerte.
Esta conciencia trascendental fue comprendida por los chamanes del
México antiguo como la posibilidad de que la conciencia de los seres
humanos fuera más allá de lo conocido para llegar, de esta forma, al
nivel de la energía que fluye en el universo. Los chamanes como don Juan
Matus definieron su búsqueda como la búsqueda de llegar a ser, al
final, un 'ser inorgánico', es decir, energía consciente de sí misma,
actuando como una unidad cohesiva, pero sin un organismo. Llamaron a
este aspecto de su cognición, 'libertad total', en estado en el que
existe la conciencia, libre de las imposiciones de la socialización y de
la sintaxis.»
Carlos Castaneda, 1998
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La Libertad Total,
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México,
Pueblos Originarios
Ubicación:
Puerto Madryn, Chubut, Argentina
martes, 18 de febrero de 2014
Una de las pocas entrevistas (Por: Alejandro de Pourtales)
Carlos Castaneda, una de las figuras más enigmáticas del siglo XX, es cuestionado sobre su trabajo como escritor y como aprendiz de brujo, en una rara entrevista de 1997.
Quien se ha acercado a los libros de Carlos Castaneda estará de acuerdo que pocos libros son más atrapantes o quizás, para ser más precisos, tan embrujantes, como la saga que relata la incursión de un elusivo antropólogo sudamericano (¿un peruano críado en Brasil?) a tierras yaquis para iniciar una larga relación con el brujo Don Juan Matus, depositario de una ancestral tradición esóterica de chamanes-guerreros toltecas.
El mainstream de la sociología y de la
antropología consideran que la obra de Castaneda es ficción, una
invención de su imaginación hambrienta de poder y notoriedad, versada,
sin duda, en profundos conocimientos esotéricos: una síntesis posmoderna
de las tradiciones espirituales de diversas culturas, una adaptación
incluyendo conceptos de la física cuántica que formarían parte del
cuerpo deshermetizado del new age (la similitud entre el nagual y el
tonal con el mundo de la voluntad y el mundo de la representación de
Schopenhauer y con la totalidad implicada y la totalidad explicada del
físico David Bohm, son notables, pero esto podría ser sólo la resonancia
compartida de profundos atisbos metafísicos).
Más allá de todos los argumentos que se
puedan hacer sobre la veracidad de la obra de Castaneda, ante el poder
puro de sus textos hasta en el más escéptico germina la duda de la
existencia de este inexorable brujo del México secreto (Don Juan, valga
la distancia, es un poco el Sócrates de Castaneda) y de las realidades
alternas a las que lo lleva el entrenamiento de su percepción
(convertirse en un cuervo que percibe el mundo en negativo, emplear
lagartijas telepáticas a manera de óraculo, o tener un rendez-vouz con
el espíritu del peyote en su forma canina, por decir sólo algunas de
tono zoomórfico). De lo que no hay duda es que a través del arte de su
escritura -brujería o literatura- Castaneda, el arquetípico trickster
que oculta diamantes en espejismos, conjura un sistema de percepción y
de filosofía práctica que toca las fibras más profundas de la naturaleza
humana, que se enfrenta al misterio de un universo infinito, tan
despiadado como maravilloso.
Recordando a Castaneda, cuya obra es en
sí misma un acto de brujería, una emanación del águila y del nagual
(¿acaso ebria ante el esplendor del poder que canaliza?), reproducimos
esta rara entrevista publicada en el diario Uno Mismo, en Chile y
Argentina, en 1997, realizada por Daniel Trujillo, vía Castaneda.com:
Pregunta: Señor Castaneda, durante años
usted permaneció en el más absoluto anonimato. ¿Qué le ha impulsado a
dejar esa condición para dedicarse hoy a difundir públicamente las
enseñanzas que, junto a sus compañeras actuales, recibió del nagual Juan
Matus?
Respuesta: Lo que nos obliga a difundir
las ideas de don Juan Matus es la necesidad impostergable de aclarar lo
que él nos enseñó. Yo y sus otras tres estudiantes hemos llegado a la
unánime conclusión de que el mundo que nos presentó don Juan Matus está
al alcance de los medios perceptivos de todos los seres humanos.
Argüimos entre nosotros cuál sería el camino adecuado. ¿Permanecer en el
anonimato como don Juan nos propuso? Esto no encontraba entre nosotros
un eco placentero. El otro camino disponible era el de difundir las
ideas de don Juan: un camino inmensamente más peligroso y agotador, pero
el único que creemos tiene la dignidad con la que don Juan embebió sus
enseñanzas.
P: Considerando que usted ha dicho que
los actos de un guerrero son impredecibles, y de hecho así lo hemos
comprobado durante tres décadas, ¿podemos esperar que esta etapa pública
suya se prolongue en el tiempo? ¿Hasta cuándo?
R: No hay manera de establecer un
criterio temporal para nosotros. Vivimos de acuerdo a las premisas
propuestas por don Juan y jamás nos apartamos de ellas. Don Juan Matus
nos dio el terrible ejemplo de un hombre que vivía como él lo describía.
El ejemplo de un hombre monolítico que no tiene dos caras. Y digo que
es un ejemplo terrible porque es lo más difícil de emular; ser
monolítico y al mismo tiempo tener la flexibilidad para encarar lo que
fuera; ésa era la manera de vivir de don Juan.
Dentro de estas premisas lo único que se
puede ser es un conducto impecable. Uno no es el jugador de esta
partida de ajedrez cósmico, uno es simplemente una ficha de ajedrez.
Quien decide todo es una fuerza impersonal consciente que los brujos
llaman el Intento o el Espíritu.
P: Según he podido comprobar, la
Antropología ortodoxa resta credibilidad a su obra, lo mismo que los
pretendidos defensores del patrimonio cultural precolombino de América.
Subsiste la creencia de que su obra es puramente el fruto de su talento
literario, por cierto, excepcional; mientras que otros sectores lo
acusan de un doble comportamiento, porque, supuestamente, su estilo de
vida y sus actividades son contrarios a lo que la mayoría espera de un
chamán. ¿Cómo puede zanjar estas suspicacias?
R: El sistema cognitivo del hombre
occidental nos fuerza a movernos a través de ideas preconcebidas.
Basamos nuestros juicios en algo que es siempre “a priori”, por ejemplo
la idea de “lo ortodoxo”. ¿Qué es la antropología ortodoxa? ¿La que se
enseña en el aula? ¿Y, cuál es la conducta de los chamanes? ¿Ponerse
plumas en la cabeza y bailar a los espíritus?
Han acusado a Carlos Castaneda durante
treinta años de crear un personaje literario, simplemente porque lo que
yo les decía no coincidía con el “a priori” antropológico, con las ideas
establecidas en el aula o en el campo de acción antropológico. Sin
embargo, lo que me presentó don Juan sólo podía caber en un campo de
acción total, y bajo tales circunstancias sucede muy poco o casi nada de
lo preconcebido.
Nunca he podido llegar a conclusiones
acerca del chamanismo, porque para hacer esto se necesita ser un miembro
activo del mundo de los chamanes. Es muy fácil para un científico
social, digamos por ejemplo un sociólogo, llegar a conclusiones
sociológicas acerca de cualquier tema relacionado con el mundo
occidental, porque el sociólogo es un miembro activo del mundo
occidental. Pero, ¿cómo puede un antropólogo que pasa a lo más dos años
estudiando otras culturas, llegar a conclusiones fidedignas acerca de
ellas? Para adquirir membrecía en un mundo cultural se necesita una vida
entera. Yo he estado trabajando más de treinta años en el mundo
cognitivo de los chamanes del México antiguo y sinceramente creo que no
he llegado aún a adquirir la membrecía que me permita llegar a
conclusiones, o siquiera proponerlas.
He discutido acerca de esto con personas
de diferentes disciplinas y siempre parecen entender y estar de acuerdo
con las premisas que estoy exponiendo. Pero luego se dan vuelta, y se
olvidan de todo lo que acordaron y continúan manteniendo los principios
académicos “ortodoxos” sin importarles la posibilidad de un error
absurdo en sus conclusiones. Nuestro sistema cognitivo parece ser
impenetrable.
P: ¿Qué finalidad tiene el hecho de que
usted se niegue a ser fotografiado, a que se grabe su voz o se conozcan
sus datos biográficos? ¿Podría algo de esto afectar, y de qué manera,
los logros alcanzados en su trabajo espiritual? ¿No cree que sería útil
para algunos sinceros buscadores de la verdad conocer quién es usted
realmente, como una forma de comprobar que realmente es posible seguir
el camino que pregona?
R: En cuanto a fotografías y datos
personales, yo y los otros tres discípulos de don Juan Matus seguimos
los dictados de éste. La idea principal detrás de abstenerse de dar
datos personales es muy simple para un chamán como don Juan. Es
imprescindible dejar a un lado lo que él llamaba la “historia personal”.
Alejarse del “yo” resulta algo bastante engorroso y difícil. Lo que
buscan los chamanes como don Juan es un estado de fluidez donde el “yo”
personal no cuenta. El creía que este hecho afecta indiscutiblemente a
quien entra dentro de ese campo de acción, y afecta de una manera
positiva aunque subliminal, ya que estamos muy acostumbrados a
fotografías, grabaciones, datos biográficos, todos ellos engendrados por
la idea de la importancia personal. Él decía que es mejor no saber nada
de un chamán; de ese modo, en vez de una persona uno se encuentra con
una idea sostenible, lo opuesto a lo que pasa en el mundo cotidiano,
donde sólo encontramos personas con problemas psicológicos y sin ideas, y
todos ellos repletos hasta el tope del “yo, yo, yo”.
P: ¿Cómo deben entender sus seguidores
la existencia de todo un mecanismo comercial y publicitario -al margen
de su obra literaria- en torno al conocimiento que usted y sus
compañeras difunden? ¿Qué relación tiene usted realmente con Cleargreen
Incorporated y las otras empresas (Laugan Producciones, Toltec Artists)?
Me refiero a vínculos comerciales.
R: A estas alturas de mi trabajo
necesitaba de alguien que pudiera representarme en la difusión de las
ideas de don Juan Matus. Cleargreen es una corporación que tiene una
gran afinidad con nuestro trabajo, lo mismo que Laugan Productions y
Toltec Artists. La idea de difundir las enseñanzas de don Juan a un
mundo moderno como el nuestro implica el uso de medios comerciales y
artísticos que no están al alcance de mis medios individuales. Como
corporaciones afines a las ideas de don Juan, Cleargreen Incorporated,
Laugan Productions y Toltec Artists son capaces de proporcionarme los
medios para difundir lo que quiero difundir.
El afán de las corporaciones
impersonales es siempre el de dominar y transformar todo lo que se les
presenta y adoptarlo a su propia ideología. De no ser por el sincero
interés de Cleargreen, Laugan Productions y Toltec Artists, todo lo que
don Juan dijo habría ya sido transformado en otra cosa.
P: Existe un sinnúmero de personajes que
de una u otra manera se han “colgado” de usted para adquirir notoriedad
pública. ¿Qué opinión le merece el accionar de Víctor Sánchez, quien ha
interpretado y reordenado sus enseñanzas para elaborar una teoría
personal? ¿O las afirmaciones de Ken Eagle Feather, quien asegura que ha
sido escogido como discípulo por el mismísimo don Juan, vuelto a esta
dimensión sólo para ello?
R: Efectivamente hay una serie de
personas que se titulan a sí mismos estudiantes míos o del mismo don
Juan, a quienes yo nunca he conocido y que puedo asegurar que don Juan
nunca conoció. Don Juan Matus estaba interesado exclusivamente en la
perpetuación de su linaje de chamanes. Él tuvo cuatro discípulos que
perduran hasta el día de hoy. Tuvo otros que partieron con él. Don Juan
no estaba interesado en enseñar su conocimiento, lo hizo con sus
discípulos a fin de que continuaran su linaje. Sus discípulos, como no
pueden continuar el linaje de don Juan, se han visto obligados a
esparcir sus ideas.
El concepto del maestro que enseña su
conocimiento es parte de nuestro sistema cognitivo, pero no es parte del
sistema cognitivo de los chamanes del México antiguo. Para ellos
enseñar era un absurdo. Transmitir su conocimiento a quienes iban a
perpetuar la vida del linaje era otro asunto.
El hecho de que haya una serie de
individuos empeñados en usar mi nombre o el de don Juan es simplemente
una maniobra fácil para beneficiarse sin mucho trabajo.
P: Consideremos el significado de la
palabra “espiritualidad” como un estado de conciencia en que los seres
humanos son plenamente capaces de controlar las potencialidades de la
especie, logro que se obtiene trascendiendo la simple condición de
animal, por medio de un arduo acondicionamiento psíquico, moral e
intelectual. ¿Está de acuerdo con esta afirmación? ¿Cómo se integra el
mundo de don Juan en este contexto?
R: Para don Juan Matus, como un chamán
pragmático y lleno de cordura, “la espiritualidad” era una idealidad
vacía, una aseveración sin fundamento que nos parece muy bella porque
está incrustada en conceptos literarios y expresiones poéticas, pero que
nunca pasa de ahí.
Los chamanes como don Juan son
esencialmente prácticos. Para ellos sólo existe un universo predatorio,
donde la inteligencia o la conciencia de ser son el producto de desafíos
de vida o muerte. Él se consideraba un navegante del Infinito y decía
que para navegar en lo desconocido, como lo hace un chamán, uno necesita
pragmatismo ilimitado, cordura sin medida y “agallas de acero”.
En vista de todo esto don Juan creía que
“la espiritualidad” es simplemente una descripción de algo imposible de
lograr bajo los patrones del mundo cotidiano, y no es un modo vivo de
actuar.
P: Usted ha señalado que su actividad
literaria se debe a las instrucciones de don Juan, lo mismo que la de
Taisha Abelar y Florinda Donner-Grau. ¿Con qué objetivo?
R: El objetivo de escribir los libros
fue dado por don Juan. Él aseveraba que si uno no es escritor, aún puede
escribir, pero el escribir se transforma de una acción literaria en una
acción chamanística. Quien decide el tema y el desarrollo de un libro
no es la mente del escritor, sino una fuerza que los chamanes consideran
como la base del universo y a la que llaman el Intento. Es el Intento
quien decide la producción de un chamán, ya sea literaria o cualquier
otra.
De acuerdo con don Juan, un practicante
de chamanismo tiene el deber, la obligación de saturarse con toda la
información disponible. El trabajo de un chamán es el de informarse de
una manera plena de todo lo posible relacionado con el tópico de su
interés. El acto chamanístico consiste en abandonar todo interés de
dirigir el curso que tal información tome. “Quien arregla las ideas que
nacen de tal fuente de información no es el chamán -decía don Juan-,
sino el Intento. El chamán es simplemente un conducto impecable”. El
escribir era para don Juan un desafío chamanístico, no una tarea
literaria.
P: Si me permite la siguiente
afirmación, su obra plantea conceptos estrechamente relacionados con las
doctrinas filosóficas orientales, pero resulta contradictoria con lo
que se conoce comúnmente de la cultura indígena mexicana. ¿Dónde se
encuentran las similitudes y diferencias entre una y otra?
R: No tengo la menor idea. No soy
erudito ni en lo uno ni en lo otro. Mi trabajo consiste en una
información fenomenológica del mundo cognitivo al que me introdujo don
Juan Matus. Desde el punto de vista de la fenomenología como método
filosófico, no es posible llegar a aseveraciones relacionadas con el
fenómeno bajo escrutinio. El mundo de don Juan Matus es tan vasto,
misterioso y contradictorio que no se presta a un ejercicio de
exposición lineal; como mucho, se puede describir, y esto haciendo un
esfuerzo supremo.
P: Asumiendo que las enseñanzas de don
Juan han pasado a formar parte de la literatura ocultista, ¿qué opinión
le merecen otras enseñanzas, por ejemplo, las filosofías masónica,
Rosacruz, el Hermetismo, y disciplinas tales como la Cábala, el Tarot y
la Astrología, comparándolas con el nagualismo? ¿Ha tenido alguna vez o
mantiene contacto con alguna de estas vertientes o con sus seguidores?
R: De nuevo no tengo ni la menor idea de
cuáles son las premisas, los puntos de vista, ni los temas de tales
disciplinas. Don Juan nos presentó el problema de navegar en lo
desconocido y esto nos toma todo el esfuerzo disponible.
P: ¿Algunos de los conceptos de su obra,
como el punto de encaje, las emanaciones de energía que componen el
universo, el mundo de los seres inorgánicos, el Intento, el Acecho y el
Ensueño, tienen una contrapartida en el conocimiento occidental? Por
ejemplo, hay quienes ven en el hombre como huevo luminoso una expresión
del aura…
R: No, nada de lo que don Juan nos enseñó parece tener una contrapartida en el conocimiento occidental, que yo sepa.
Una vez, cuando don Juan aún estaba
presente, pasé un año entero a la búsqueda de gurus, maestros, sabios
que me dieran un indicio de lo que estaban haciendo. Quería saber si
había algo en el mundo de entonces que fuera similar a lo que don Juan
decía y hacía.
Mis recursos eran muy limitados y sólo
me llevaron a conocer a los maestros establecidos que tenían millares de
seguidores, y desgraciadamente no pude encontrar nada parecido.
P: Concentrándonos ahora específicamente
en su obra, sus lectores nos encontramos a Carlos Castaneda diferentes.
Primero, a un académico occidental algo inepto y permanentemente
desconcertado ante el poder de ancianos indios cono don Juan y don
Genaro (principalmente en Las Enseñanzas de don Juan, Una Realidad
Aparte, Viaje a Ixtlán, Relatos de Poder y El Segundo Anillo de Poder);
luego, con un aprendiz de chamán avezado (en El Don del Águila, El Fuego
Interior, El Conocimiento Silencioso y, especialmente, en El Arte de
Ensoñar). Si está de acuerdo con esta apreciación, ¿cuándo y cómo
desapareció uno para dejar paso al otro?
R: No me considero ni chamán, ni
maestro, ni estudiante avanzado de chamanismo, ni tampoco me considero
un antropólogo o científico social del mundo occidental. Mis
presentaciones han sido todas descripciones de un fenómeno imposible de
discernir bajo las condiciones del conocimiento lineal del mundo
occidental. Jamás pude dar a lo que me enseñaba don Juan una explicación
de causa y efecto o tuve la posibilidad de predecir lo que él iba a
decir o lo que iba a pasar. Bajo estas condiciones, el paso de un estado
a otro es subjetivo y no algo elaborado o producto de premeditación o
sabiduría.
P: En su obra es posible encontrar
episodios francamente increíbles para la mentalidad occidental. ¿Cómo
podría alguien no iniciado comprobar que son verdaderas esas “realidades
aparte” que usted describe?
R: Se puede comprobar de una manera muy
simple. Prestando el cuerpo entero en vez del intelecto. Al mundo de don
Juan no se puede entrar intelectualmente como un diletante en pos de un
conocimiento rápido y pasajero, ni tampoco se puede comprobar nada. Lo
único que se puede hacer es llegar a un estado de conciencia acrecentada
que nos permita percibir al mundo que nos rodea de una manera más
amplia. En otras palabras, la meta del chamanismo de don Juan es romper
los parámetros de la percepción histórica y cotidiana, y entrar a
percibir lo desconocido. De ahí que él se llamara a sí mismo un
navegante del Infinito. Él sostenía que mas allá de los parámetros de la
percepción diaria, está el Infinito. Llegar a eso era la meta de su
vida, y puesto que él era un chamán extraordinario, nos inculcó a
nosotros cuatro ese deseo. Nos forzó a trascender el intelecto y a
encarnar el concepto de la ruptura de los parámetros de la percepción
histórica.
P: Usted sostiene que la característica
básica de los seres humanos es su condición de “perceptores de energía”.
Señala el movimiento del punto de encaje como un imperativo para
percibir energía directamente. ¿Para qué puede servir eso a un hombre
del siglo XXI? ¿Cómo ayuda la consecución de esta meta a la superación
espiritual, según el concepto antes definido?
R: Los chamanes como don Juan sostienen
que todos los seres humanos poseemos la capacidad de percibir energía
directamente a medida que fluye en el universo. Consideran que el punto
de encaje, como ellos lo llaman, es un punto que existe en el campo de
energía total del hombre. En otras palabras, cuando un chamán percibe a
un hombre como energía que fluye en el universo, “ve” a una bola
luminosa. En esa bola luminosa el chamán puede “ver” un punto de gran
brillo que está situado a la altura de los omóplatos y a la distancia de
más o menos un metro detrás de ellos. Los chamanes sostienen que allí
es donde se realiza la percepción, que la energía que fluye en el
universo se transforma allí en datos sensoriales y que esos datos
sensoriales son luego interpretados para dar como resultado el mundo de
la vida cotidiana. Los chamanes mantienen que se nos enseña a
interpretar, por lo tanto, se nos enseña a percibir.
El valor pragmático de percibir la
energía directamente a medida que fluye en el universo para el hombre
del siglo XXI o del siglo I es el mismo. Le permite ampliar los límites
de su percepción y utilizar dentro de sus medios ambientales tal
ampliación. Don Juan decía que sería extraordinario “ver” directamente
la maravilla del orden y del caos del universo.
P: Recientemente usted ha presentado una
disciplina de ejercicios físicos que denomina Tensegridad. ¿Puede
explicarnos de qué se trata exactamente? ¿Qué finalidad persigue? ¿Qué
beneficios espirituales puede encontrar en ella quien la practique de
forma individual?
R: Según lo que nos enseñó don Juan
Matus, los chamanes que vivieron en México en tiempos antiquísimos
descubrieron una serie de movimientos, ejecutados con el cuerpo, que los
llevaron a un estado de desarrollo físico y mental de tal magnitud que
decidieron llamar a tales movimientos pases mágicos.
Don Juan nos dijo que por medio de sus
pases mágicos, dichos chamanes adquirieron un nivel de conciencia
acrecentada que les permitió ejecutar proezas de percepción
indescriptibles.
Los pases mágicos fueron enseñados a
través de generaciones solamente a los practicantes de chamanismo, en
medio de un tremendo secreto y de complejos rituales. Así es como se los
enseñaron a don Juan Matus, y así es como él los transmitió a sus
cuatro discípulos.
Nuestro esfuerzo ha consistido en
extender la enseñanza de tales pases mágicos a quien quiera aprenderlos.
Los hemos llamado Tensegridad y los hemos convertido, de movimientos
enteramente personales y propios de cada uno de los cuatro discípulos de
don Juan, en movimientos genéricos aplicables a cualquier persona.
La practica de la Tensegridad en forma
individual o colectiva promueve la salud, el vigor, la juventud y el
bienestar general. Don Juan decía que la práctica de los pases mágicos
ayuda a acumular la energía necesaria para acrecentar la conciencia y
ampliar los parámetros de la percepción.
P: Aparte de sus tres compañeras, los
asistentes a sus seminarios han conocido a otro grupo de personas, como
los Chacmoles, las Rastreadoras de Energía, los Elementos, el Explorador
Azul… ¿Quienes son ellos? ¿Se trata de una nueva partida de videntes
dirigida por usted? Si es así, ¿cómo podría alguien integrarse en este
grupo de aprendices?
R: Cada una de esas personas acerca de
las que usted pregunta son seres definidos que don Juan Matus como
director de su linaje nos encargó esperar. Él predijo la llegada de cada
uno de ellos como parte integral de una visión. Puesto que su linaje no
podía continuar debido a configuraciones energéticas propias de sus
cuatro estudiantes, su misión se transformó de perpetuar el linaje a
cerrarlo, si fuera posible con broche de oro.
Nosotros no estamos en posición de
cambiar esta directiva. No podemos buscar ni aceptar aprendices o
miembros vigentes de la nueva visión de don Juan. Lo único que podemos
hacer es acceder a los dictámenes del Intento.
El hecho de que se estén enseñando los
pases mágicos, guardados con celo por tantas generaciones, es una
muestra de que sí se puede llegar a ser parte de esta nueva visión de
una manera indirecta a través de la práctica de la Tensegridad y de la
observación de las premisas del camino del guerrero.
P: En Lectores del Infinito usted ha
utilizado el término “navegación” para definir lo que los brujos hacen.
¿Están prontos a izar velas y levar anclas para iniciar el viaje
definitivo? ¿Acabará con ustedes el linaje de guerreros toltecas
depositario de este conocimiento?
R: Sí, efectivamente, el linaje de don Juan acaba con nosotros.
P: ¿Incluye el camino del guerrero el trabajo espiritual de la pareja, como se encuentra en otras propuestas?
R: El camino del guerrero incluye todo y
a todos. Puede haber una familia entera de guerreros impecables. La
dificultad está en el terrible hecho de que las relaciones individuales
están basadas en inversiones emocionales, las cuales se desmoronan en el
momento en el que el practicante realmente practica lo que aprende. Por
lo regular, en el mundo diario, las inversiones emocionales nunca son
examinadas y vivimos una vida entera esperando que nos correspondan. Don
Juan decía que mi manera de vivir y de sentir se describía de una
manera muy simple: “yo sólo doy lo que me dan”, y que yo era un inversor
empedernido.
P: Si alguien quisiera emprender el
trabajo espiritual ajustándose al conocimiento difundido en sus libros,
¿a qué posibilidades de avance puede aspirar? ¿Qué recomendaciones
formularía a quienes desean poner en práctica por propia cuenta las
enseñanzas de don Juan?
R: No hay manera alguna de poner un
límite a lo que uno puede lograr de un modo individual si el intento es
un intento impecable. Las enseñanzas de don Juan no son espirituales, lo
repito de nuevo, puesto que esta cuestión ha salido a la superficie una
y otra vez. La idea de la espiritualidad no encaja con la disciplina
férrea del guerrero. Lo que más cuenta para un chamán como don Juan es
la idea del pragmatismo. Cuando conocí a don Juan yo me creía un hombre
práctico, un científico social lleno de objetividad y pragmatismo. Él
acabó con mis ínfulas y me hizo ver que como verdadero hombre
occidental, yo no tenía nada de pragmático y nada de espiritual. Llegué a
entender que yo simplemente repetía el vocablo “espiritualidad” para
oponerlo a lo mercenario del mundo de todos los días. Quería alejarme de
la manera más certera del mercantilismo de la vida diaria y a ese afán
yo le llamaba espiritualidad. Cuando don Juan me exige llegar a una
conclusión, a una definición de lo que yo consideraba espiritual, me di
cuenta de que él estaba en lo cierto. Yo no sabía lo que decía.
Suena un poco petulante decir lo que
estoy diciendo, pero no hay otra manera de decirlo. Lo que quiere un
chamán como don Juan es el engrandecimiento de la conciencia de ser,
esto es, poder percibir con todas las posibilidades humanas de
percepción, lo que implica una labor descomunal y un propósito sin
medida, cosas que no pueden ser suplidas por la espiritualidad en el
mundo occidental.
P: ¿Hay algo que le gustaría explicarnos
a los sudamericanos, especialmente a los chilenos? ¿Quisiera exponer
otros planteamientos, además de los formulados?
R: No tengo nada más que añadir. Todos
los seres humanos estamos en el mismo nivel. Al comienzo de mi
aprendizaje con don Juan Matus él trató de hacerme ver lo común de la
situación del hombre. Yo, como sudamericano, estaba muy involucrado
intelectualmente con la idea de la reforma social. Un día le planteé la
pregunta que yo creía era fatal. Le dije: ¿cómo es posible, don Juan,
que usted permanezca impasible ante la situación espantosa de sus
congéneres, los indios yaquis de Sonora?
Yo sabía que un porcentaje de la población yaqui sufría de tuberculosis y que no tenía remedio por su condición económica.
Sí – me dijo don Juan- es una cosa muy
triste, pero figúrate que también es muy triste tu situación, y si tú
crees estar en condiciones mejores que los indios yaquis, te equivocas.
Es la condición del hombre en general el permanecer en un estado
espeluznante de caos. Nadie está mejor que otro. Todos somos seres que
vamos a morir, y a menos que tomemos en cuenta cabal esta situación, no
hay remedio para nosotros.
Este es otro punto del pragmatismo de
los chamanes: el darse cuenta de que somos seres que vamos a morir. Los
chamanes afirman que así todo adquiere una medida y un orden
trascendental.
viernes, 5 de julio de 2013
sábado, 21 de febrero de 2009
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